domingo, 26 de agosto de 2018

Usos de las tierras por parte de las comunidades aborígenes

Estado, territorio y pueblos indígenas en Colombia

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Una mirada sucinta y comprensiva sobre la situación jurídica, social, económica y cultural de los pueblos indígenas, con algunas luces pero con sombras y con acuerdos inter-culturales que aún están pendientes.

Marcela Velasco
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Critiicas al Estado
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Es frecuente que el Estado colombiano reciba críticas de parte de la comunidad internacional sobre su relación con los pueblos indígenas. 
· En su informe más reciente, Amnistía Internacional advierte que más de una tercera parte de los pueblos indígenas de Colombia están amenazados con “exterminio” y se enfrentan a una situación difícil como resultado del desplazamiento forzoso, las incursiones violentas y la imposición de megaproyectos, todo esto empeorado por las firmas de tratados de libre comercio. 
· Por su lado, en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas celebrado el 9 de Agosto, el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon les recomendó a todos los gobiernos “honrar los tratados que sostienen con los pueblos indígenas, sin importar cuando se hayan firmado”. 
Estas críticas destacan la violencia estructural y el mal funcionamiento de las instituciones como problemas de fondo en la relación entre el Estado colombiano y los indígenas.
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El conflicto por la tierra 

Para los pueblos indígenas la dimensión central del conflicto es el territorio.   
El territorio es un espacio político, cultural y económico que contiene relaciones sociales específicas, formas distintas de uso y apropiación de los recursos naturales. También incluye visiones, imaginarios e identidades construidas por la gente que lo habita. 
Los territorios indígenas de las distintas regiones de Colombia han sido incorporados (léase también colonizados o dominados) en diferentes épocas, obligando a sus gentes a adoptar estrategias de resistencia y adaptación para sobrevivir como culturas. Y no importa la época, el proceso ha sido violento y ha dado como resultados una disminución en el peso numérico de la población y un debilitamiento como pueblos indígenas. 
Pese a estas condiciones adversas, los indígenas han logrado presionar cambios institucionales para proteger sus tierras. En el siglo XX se dieron dos momentos importantes de resistencia que le abrieron paso a los derechos territoriales en Colombia: 
· Primero fueron las luchas del terrajero Nasa Manuel Quintín Lame, cuyo legado organizativo para la siguiente generación fue el uso estratégico de las instituciones del Estado colombiano para obligar el cumplimiento de leyes justas y hacerle resistencia civil a las injustas. El propósito era mantener los resguardos indígenas, instituciones territoriales colonialistas pero adaptables a la supervivencia económica, política y cultural de los indígenas. En este empeño contó con el respaldo de movimientos sociales que defendían la interpretación de la ley a favor de las comunidades [1]. 
· Las ideas de Quintín Lame fueron retomadas por el movimiento indígena de los años setenta bajo la consigna de “autonomía, tierra y cultura”. Este movimiento aprovechó las leyes de reforma agraria que abrían oportunidades políticas a los grupos indígenas y se encargó de revivir la institución del resguardo desplazando a los líderes patrocinados por terratenientes o entrando en conflicto con la iglesia católica y sus prácticas de aculturación.  .
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Instituciones y pueblos indígenas

Por otra parte, hacia fines del siglo XX la comunidad internacional empezó a responder a las denuncias y exigencias de los movimientos anti-colonialistas que venían emergiendo desde los años cincuenta en el tercer mundo. El derecho internacional adoptó su ideario y lo plasmó en la exigencia a los Estados nacionales de adoptar las medidas necesarias para garantizar la autodeterminación de los pueblos indígenas dentro de la jurisdicción nacional. 
En Colombia se conjugaron las demandas del movimiento indígena con las declaraciones internacionales firmadas por el gobierno y con la Constitución de 1991 para establecer una de las reformas más avanzadas de América Latina en materia de derecho territorial y autonomía indígena. El propósito era pacificar la sociedad colombiana mediante el aumento de las autonomías territoriales, incluyendo a los cabildos indígenas. La nueva institucionalidad quería  echar las bases de un Estado Social de Derecho y relegitimar al Estado.  

Brecha entre lo formal y lo real 

Las reformas de los años noventa en Colombia fueron muy positivas para los pueblos indígenas: 
· La nueva Constitución reivindicó derechos de propiedad colectiva y la autonomía política para salvaguardar los medios de vida de pueblos indígenas, muchos de ellos amenazados por la explotación intensiva de los recursos naturales en sus tierras. 
· La reforma del Estado les garantizó la autonomía étnico-política, incluyendo derechos a transferencias para invertir en salud, educación, saneamiento y otros servicios sociales; asimismo, hubo un claro reconocimiento de los usos y costumbres de cada pueblo.  
Sin embargo, existe una gran discrepancia entre la letra de la ley y lo que sucede en la realidad [2]. Los informes de la ONU, de Amnistía Internacional y diversos estudios nacionales han registrado las frecuentes violaciones de los derechos humanos de miembros de las comunidades indígenas, como también la apropiación de las economías regionales por parte de grupos armados [3]. 
En este escenario, la autonomía ha sido ejercida sólo por aquellas comunidades que han podido resistir la violencia y han exigido que los gobiernos nacional y regional cumplan con sus responsabilidades. Pero, en un contexto de despojo y agresión contra pueblos debilitados por grandes cambios socioeconómicos, es difícil que se den estas condiciones y que se afiance la gobernanza multicultural [4]. 
La diferencia entre la intención de las reformas y el resultado real se explica también por la manera como las nuevas instituciones fueron territorializadas o adaptadas a las complejas realidades locales y regionales. En gran parte del país, las reformas se encontraron con un contexto de debilidad institucional, corrupción gubernamental y cambios económicos basados en el uso intensivo de la tierra, lo cual le ha dado espacio a los intermediarios que actúan contra los  derechos de las comunidades. 
Mientras tanto, no ha existido voluntad política del gobierno para respaldar los derechos territoriales y de autonomía de los indígenas.  

Economía y comunidades indígenas

Los cambios en la economía también han afectado a las comunidades indígenas. 
La economía colombiana se ha ido adaptando a un modelo extractivista y se ha reanudado el interés por tierras que antes eran consideradas periféricas y que ahora prometen grandes ganancias con la explotación de los recursos naturales. Como lo describe un reciente análisis del Colectivo Jenzera, se están cambiando las condiciones tradicionales de organización y de trabajo, sin ofrecerle alternativas a la gente.
Estos cambios en los usos de la tierra han producido transformaciones sociales importantes: 
· Han arribado nuevos pobladores que llegan a tomar decisiones sobre el uso de los recursos, los sistemas alimentarios y el manejo de la tierra.
· Se han suplantado los liderazgos tradicionales y han surgido líderes oportunistas que solo buscan riqueza. 
Por otro lado, también las instituciones del Estado son débiles e inoperantes y de ello sacan ventaja los intermediarios que buscan rentas o pretenden apropiarse de los recursos. En algunas ocasiones se ha constatado la complicidad de autoridades indígenas que se atribuyen la representación de sus comunidades. 
También hay regiones donde la gobernanza territorial muestra resultados muy alentadores, donde las autoridades locales indígenas y no indígenas han actuado de forma coordinada, han resuelto problemas colectivos y han logrado trabajar de forma inter-cultural [5].

Necesidad de acuerdos interculturales

El movimiento indígena reivindicó las nuevas instituciones territoriales como punto central de sus consignas políticas, y el Estado respondió a estas demandas como un derecho constitucional, no como un tratado entre pueblos. 
No obstante, estas instituciones reformaron de manera positiva las relaciones entre indígenas y no indígenas, y su buen funcionamiento tendría resultados beneficiosos para la gobernanza local y el buen uso de los recursos, incluyendo los recursos naturales. 
Para que las reglas no se reduzcan a formalismos legales, es importante reconocer la realidad multicultural de Colombia para llegar a nuevos acuerdos inter-culturales que hagan posibles y den contenido real a los derechos territoriales indígenas. 
*Ph.D, profesora asistente del departamento de ciencia política de la Universidad de Colorado.
[1] Velasco, Marcela. (2011). Contested Territoriality: Ethnic Challenges to Colombia’s Territorial Regimes. Bulletin of Latin American Research, 30(2).
[2] Velasco, Marcela. (Próxima publicación). The Territorialization of Ethno-political Reforms in Colombia: Chocó as a Case Study. Latin American Research Review.
[3] Ibidem.
[4] Jaramillo, Efraín. (2011). Los indígenas colombianos y el Estado: Desafíos ideológicos y políticos de la multiculturalidad. Bogotá: Jenzerá e IWGIA.
[5] Velasco, Marcela, op.cit (Próxima publicación). The Territorialization of Ethno-political Reforms in Colombia: Chocó as a Case Study. Latin American Research Review. 
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Tomado de;
https://www.razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-y-paz-temas-30/7061-estado-territorio-y-pueblos-indigenas-en-colombia.html

viernes, 24 de agosto de 2018

Educación, arte y literatura colombiana en el siglo XIX

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La imagen de la nación en el siglo XIX. Pintores de lo cotidiano y lo extraordinario

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Autor: Sánchez, Efraín
Miles de imágenes pictóricas de personajes anónimos, indumentarias, escenas cotidianas, vistas notables, artefactos, monumentos, animales y plantas legadas por el siglo XIX conforman un capítulo especial de la historia de la pintura colombiana. Es el arte que tradicionalmente se ha llamado “costumbrista” y al que hoy se aplican también denominaciones varias como “pintura de viajes”, o “ilustración científica”, y que se practicó en todas las técnicas conocidas en la época, desde la acuarela y el dibujo hasta la cromolitografía y el fotograbado. Fue la obra de individuos de las más variadas profesiones, incluidos comerciantes, banqueros, mineros, exploradores científicos, escritores, músicos, políticos, militares, todos ellos pintores aficionados en sus ratos libres y, también, excepcionalmente, pintores profesionales. Lo que todos tenían en común no era otra cosa que su interés en convertir en imágenes pictóricas aquello que se les presentaba como imágenes visuales, y su herencia fue, en resumen, su vasta contribución a la imagen de la nación como parte de la identidad.
Para hacer hoy un balance de esa contribución, quizás lo primero que debe destacarse es su carácter pionero.
Por primera vez en la historia del país los pintores, tanto aficionados como profesionales, comenzaron a dirigir su mirada y sus creaciones al ambiente que los rodeaba, a los lugares, las personas y las cosas que realmente veían.
Por primera vez en la historia del país los pintores, tanto aficionados como profesionales, comenzaron a dirigir su mirada y sus creaciones al ambiente que los rodeaba, a los lugares, las personas y las cosas que realmente veían.
Dentro de las categorías de la pintura holandesa de fines del siglo XVII, estos se agrupaban a su vez en jerarquías como las de burgerlyk, en sentido lato motivos burgueses, y geringe, motivos humildes1. Una búsqueda de “motivos burgueses” o “motivos humildes” colombianos, en el sentido holandés, en la pintura de Gregorio Vásquez Ceballos, por ejemplo, es como una expedición en procura de especies extintas. En los temas bíblicos de Vásquez, Ruth corta las mieses de un trigal mediterráneo en “Ruth segadora”, y la sagrada familia de “El hogar de Nazaret” se dedica a los quehaceres cotidianos en una carpintería del sur de Italia. Cuando Vásquez optó por un asunto cercano a la “pintura de género”, prefirió las cuatro estaciones, que le eran quizás tan desconocidas y lejanas como una tormenta tropical, a la lluviosa y gris (y eterna) primavera de su nativa Santa Fe. Sus paisajes difícilmente evocan a los de la cordillera de los Andes.
En un cuadro como “Impresión de las llagas de San Francisco”, donde el paisaje ocupa tres cuartas partes del lienzo, los árboles y los pájaros, aun si se inspiraron en las especies existentes en la sabana de Bogotá en el siglo XVII, deben verse en realidad como ejemplares de la flora y la fauna del renacimiento. Una casa campestre de teja que aparece en el trasfondo, con su techumbre a dos aguas, sus diminutas ventanas y su única puerta, podría por supuesto pasar por una casa boyacense, pero el efecto local se desvanece por su proximidad a un puente de piedra con perfectos arcos de medio punto en una senda montañosa. Y no hay necesidad de referirse aquí a los tipos étnicos de la Virgen, San José, Jesús y los santos de las obras del pintor santafereño. Vásquez estaba sujeto a unos valores en la representación pictórica que hicieron que en una obra como “Gregorio Vásquez entregando dos de sus cuadros a los padres agustinos”, en que habría podido legar a la posteridad una visión única del aspecto urbano de Bogotá en el siglo XVII, la iglesia del barrio de la Candelaria aparezca rodeada por elevadas torres e inauditas murallas medievales. El santafereño pintaba bajo el peso de las imposiciones e influencias que gravitaban sobre un arte orientado hacia la propagación de la fe católica. Quedan en el aire interrogantes como el de por qué un arte cuyo fin era la evangelización de los indígenas o el fortalecimiento de la fe de criollos y mestizos, hablaba con un lenguaje de ciudadelas románicas y paisajes sacramentales (pero al fin y al cabo italianos), mientras en otros frentes de la difusión de la fe se traducían los evangelios a las lenguas aborígenes, y los misioneros aprendían la mitología americana para establecer un contacto más estrecho y vital con las gentes de las cuales se esperaba que creyeran en la doctrina.
Cómo y por qué se produjo ese cambio de mirada son preguntas cuya respuesta es menos obvia de lo que podría parecer. Desde luego, un aspecto importante es la declinación del arte religioso desde principios del siglo XIX, debida en parte a la saturación de las iglesias y de los propios hogares, y en parte a la pérdida de capacidad de la Iglesia y de las comunidades para patrocinar a los pintores. Pero esto no quiere decir que en Colombia la peinture d’histoire se hubiera trocado por la peinture de genre. Para empezar, debe anotarse que en Colombia la peinture d’histoire solo se practicó en su variante religiosa, pues durante la época colonial únicamente por excepción se trataron los temas clásicos o mitológicos, y los temas históricos solo comenzaron a surgir en la segunda mitad del siglo XIX. En realidad, lo que reemplazó a la pintura religiosa como expresión predominante fue el arte del retrato, en especial el retrato al óleo y, durante la primera mitad del siglo, la miniatura en acuarela.
Y aquí es importante referirnos brevemente a la posición de la pintura de tipos, indumentarias, costumbres y vistas notables dentro del panorama general de la pintura colombiana del siglo XIX. Para decirlo directamente, estos asuntos fueron ocupación secundaria de los pintores profesionales y no constituían el ideal artístico de los aficionados.
Y aquí es importante referirnos brevemente a la posición de la pintura de tipos, indumentarias, costumbres y vistas notables dentro del panorama general de la pintura colombiana del siglo XIX. Para decirlo directamente, estos asuntos fueron ocupación secundaria de los pintores profesionales y no constituían el ideal artístico de los aficionados.
Antes de seguir adelante conviene poner en discusión un punto conceptual importante referido al término “pintura costumbrista”. Los cuadros de tipos, indumentarias, costumbres y vistas notables parecen no encerrar ningún secreto: no hay símbolos, ni complejos contenidos iconográficos, ni significados ocultos a la vista. Esta transparencia ha hecho que suelan tratarse como si hubieran crecido silvestres y se describan simplemente como la expresión artística obvia de un afán de auto identificación tras las guerras de independencia.
Antes de seguir adelante conviene poner en discusión un punto conceptual importante referido al término “pintura costumbrista”. Los cuadros de tipos, indumentarias, costumbres y vistas notables parecen no encerrar ningún secreto: no hay símbolos, ni complejos contenidos iconográficos, ni significados ocultos a la vista. Esta transparencia ha hecho que suelan tratarse como si hubieran crecido silvestres y se describan simplemente como la expresión artística obvia de un afán de auto identificación tras las guerras de independencia.
Refiriéndose a Ramón Torres Méndez y a sus “cuadros de costumbres nacionales”, Gabriel Giraldo Jaramillo escribió, en 1946, que a Torres “corresponde de manera exclusiva el mérito de haber dado el último paso de nuestra emancipación pictórica… creando, tal vez sin quererlo, las bases de un arte auténticamente nacional”2. En realidad, estos cuadros, ni constituyen ni buscaron ninguna emancipación pictórica, ni forman un arte au-ténticamente nacional. Sus orígenes son europeos, responden a una mirada europea y, en gran parte, fueron hechos por europeos y/o para europeos.
La pintura de tipos, indumentarias, costumbres y vistas notables en Colombia proviene de tres vertientes principales, que se dieron de manera casi simultánea en Europa.
En primer lugar, la difusión entre las clases altas desde el siglo XVII del gusto por el dibujo y la pintura como “recreación galante” de los caballeros, muy útil para evitar que cayeran en vicios y cultivaran la observación, y para que tuvieran la capacidad de dejar registro fiel de sus experiencias, en especial en los viajes. Típicos a este respecto fueron varios “pintores viajeros” (que en realidad no eran ni pintores, aunque pintaban, ni viajeros, aunque viajaban) que llegaron a Colombia en el siglo XIX. Debe mencionarse, entre los más conocidos, a François Desiré Roulin (médico francés, 1796-1874), Joseph Brown (comerciante y banquero británico, 1802- 1874), Edward Walhouse Mark (diplomático británico, 1817-1895), Charles Empson (escritor británico), Henry Price (músico y comerciante británico, 1819-1863), y José María Gutiérrez de Alba (escritor y diplomático español, 1822-1897).
Al internarme en los bosques primitivos, donde muchos miles de seres humanos viven aún en el estado de la Naturaleza, conservando las mismas costumbres, esclavos de la misma ignorancia y llevando la misma miserable existencia que en la época del descubrimiento del Nuevo Mundo, quisiera yo haber tenido medios de estereotipar todas las plantas de sus selvas, todas las pintorescas orillas de sus ríos, todos los seres vivientes que animan aquellas soledades y todos los tipos de las diversas agrupaciones humanas, llamadas tribus, con sus viviendas, sus armas, sus adornos, sus creencias, sus costumbres y su lenguaje.
Del mismo modo, al llegar a una población más o menos civilizada, quisiera también haber podido copiar todos sus principales edificios, los tipos más característicos de sus diferentes clases sociales y cuanto pudiera explicar algo de su clima, su geografía y hasta de su historia; pero no siendo fácil la tarea, me he contentado con acompañar a la relación escrita de mi viaje cuanto me ha sido posible copiar, para dar más colorido a mis narraciones, sin prescindir de muchos objetos al parecer insignificantes. Con este fin he aprovechado, ya las fotografías que encontraba hechas o que mandaba hacer exprofeso, ya láminas o dibujos regalados por algún amigo, ya copias hechas por mí de los trabajos artísticos de la Expedición Corográfica dirigida por el general Codazzi, muchos de los cuales me facilitaron sus mismos autores; ya de objetos conservados en el Museo o en colecciones particulares, y ya por último mis propios bosquejos, llenos de imperfecciones pero fácilmente traducibles.
José María Gutiérrez de Alba, “Impresiones de un viaje a América”, manuscrito, tomo 1, Prólogo.
En segundo lugar, la ilustración científica, que se desarrolló a partir de la primera mitad del siglo XVIII, inicialmente como dibujo topográfico y luego como ilustración botánica, zoológica y etnográfica. Particularmente influyentes en todo el mundo, a este respecto, fueron los dibujantes de historia natural que viajaron en las expediciones del capitán James Cook entre 1768 y 1780, que tenían como misión llevar el registro exacto de plantas y animales con fines científicos, y en segundo lugar, dicho de manera informal, hacer ilustración de los salvajes y el paisaje “para entretener a los amigos de sir Joseph Banks a su regreso a Londres”3. En Colombia la principal empresa científica de la época colonial fue la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1816), que tuvo entre sus colaboradores a pintores quiteños y neogranadinos, pero las obras de estos se restringieron al diseño botánico y, en verdad, ejercieron influencia escasa en la pintura de tipos, indumentarias, costumbres y vistas notables del siglo XIX. Sin embargo, en la Nueva Granada sí hubo un proyecto científico con destacada figuración en este capítulo de la historia de la pintura colombiana, la Comisión Corográfica (1850-1859), a la cual nos referiremos en breve. Pertenecen también a este contexto de ilustración científica, entre otras, las obras publicadas en un suntuoso libro por el barón Alexander von Humboldt (Vues des Cordillères, París, 1810), y las ilustraciones de los relatos de las expediciones a Colombia de Charles Saffray (1872), Edouard André (1877) y el conde Joseph de Brettes (1898), publicados en los años indicados en la revista de viajes francesa Le Tour du Monde.
La tercera vertiente que dio lugar a la pintura de tipos, indumentarias, costumbres y vistas notables en Colombia fueron las ideas sobre lo pintoresco, popularizadas y sintetizadas por el reverendo William Gilpin, prebendado de la Catedral de Salisbury, Inglaterra4. Los planteamientos de Gilpin tuvieron más influencia entre los pintores aficionados que entre los profesionales, y de allí su ascendencia sobre los pintores viajeros, entre ellos los que llegaron a Colombia. Una expresión de la influencia del reverendo en Europa fueron las colecciones pintorescas que proliferaron en el continente desde fines del siglo XVIII. Entre ellas se destacan las de William Alexander bajo los títulos de “Representación pintoresca de los trajes y costumbres de los rusos (178?), los turcos (1802), los chinos (1805), los austríacos (1813) y los ingleses (1813)”5, y una obra cuyas ilustraciones guardan sorprendente semejanza con las “escenas de costumbres neogranadinas” de nuestro Ramón Torres Méndez: el álbum The costume of Yorkshire, publicado en 1814 sobre dibujos de George Walker6.
Una influencia que solo cuajó marginalmente, pese al prestigio de su gran mentor, fueron los planteamientos de Alexander von Humboldt sobre la pintura de paisaje, como resultado de su viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente entre 1799 y 1804. En Cosmos Humboldt escribió: “¿No está justificada nuestra esperanza de que la pintura de paisaje florecerá con un nuevo y hasta ahora desconocido brillo cuando artistas de mérito atraviesen con mayor frecuencia los estrechos límites del Mediterráneo, y cuando les sea dable advertir, muy adentro de los continentes, en los húmedos valles de las montañas del mundo tropical, con la genuina frescura de un alma pura y joven, la verdadera imagen de las variadas formas de la naturaleza?”7 La pintura de paisaje solo comenzó a cultivarse en Colombia a partir de fines del siglo XIX, y con un estilo mucho menos sublime del que soñaba Humboldt. Y de sus discípulos intelectuales, el único alemán de quien se tiene noticia que visitara la Nueva Granada fue Albert Berg von Schwerin, berlinés quien según Herman Albert Schumacher, biógrafo de Agustín Codazzi, había permanecido en el país “haciendo numerosos dibujos llenos de carácter” para entregárselos al barón de Humboldt8. Dichos dibujos, 14 en total, fueron publicados en Londres en 1854 en una obra de historia natural editada en tres idiomas, inglés, francés y alemán, dedicada a ilustrar “las selvas primitivas del río Magdalena y los Andes de la Nueva Granada”9. Sin embargo, el más fiel y cercano seguidor de Humboldt, aunque sus expresiones probablemente no habrían deleitado a aquel, fue el francés Léon Gauthier, pintor que, pese a lo desconocido, debe ocupar sitio especial en la pintura de tipos y costumbres de Colombia. Lo principal de la obra de Gauthier en Colombia son las acuarelas que forman parte del Álbum de la Comisión Corográfica que conserva la Biblioteca Nacional en Bogotá.
El modo como comenzó a naturalizarse en Colombia la pintura de tipos, indumentarias, costumbres y vistas notables, tan europea por sus orígenes, contenidos y propósitos, probablemente no se remonta más allá de la asociación del comerciante y banquero londinense Joseph Brown entre 1826 y 1835 con tres pintores nacionales, José Manuel Groot, José S. de Castillo y José María del Castillo, y cuyo resultado fue, en esencia, la colección de dibujos y acuarelas colombianas de Brown que se conserva en la Royal Geographical Society de Londres10. Se sabe no solo que Brown solicitó a Groot la composición de cierto número de acuarelas, sino también que el colombiano recibió numerosos encargos del ministro británico en Bogotá, William Turner.
Es probable, y de ello hay alguna evidencia en su correspondencia, que tanto Brown como Turner y el propio Groot hubieran pensado en publicar sus colecciones en Europa, dentro del mismo estilo de las de Alexander y Walker. En todo caso, este tipo de obras se convirtió, en realidad, en género pictórico del siglo XIX colombiano gracias a su reproducción mecánica en litografías y xilografías y a su publicación. Su principal cultivador, Ramón Torres Méndez (1809-1885) tuvo fama en este campo no por sus acuarelas y dibujos, sino por las litografías de sus cuadros, la primera de las cuales se publicó en el periódico bogotano El Museo, en 1849. Poco después vendría la edición que le dio celebridad en su tiempo como pintor de “Costumbres neogranadinas”, grabada y publicada entre 1851 y 1852 por la Imprenta y Litografía de Martínez y Hermano, y mucho más tarde las ediciones por las que se conoció en el siglo XX, Scènes de la vie colombienne, publicada en París, aparentemente en 1878, y Álbum de costumbres colombianas, litografiado en Leipzig en 1910 para el primer centenario de la independencia nacional11.
Pero si Torres Méndez fue el pintor de tipos, indumentarias y costumbres más conocido y de mayor calidad artística en Colombia en el siglo XIX, la colección que verdaderamente constituye la síntesis y cristalización del género fue la que hoy se conoce como Álbum de la Comisión Corográfica, y que el jefe de esta empresa científica, Agustín Codazzi, quiso llamar “Museo Pintoresco e Instructivo de la Nueva Granada”. La colección, que según las previsiones de Codazzi debía comprender cerca de 200 láminas, fue elaborada como parte una misión científica, encargada del levantamiento del mapa general y los mapas corográficos de las provincias y la redacción de su geografía física y política. Sus pintores oficiales, un venezolano, un granadino y un inglés, sin contar a Léon Gauthier, quien fue pintor extraoficial del proyecto, tenían alguna formación en pintura, más del alcance de la de los caballeros europeos del siglo XVII que de la de pintores formados en academia, pues la colombiana no se abriría hasta 1886. Además, las láminas comparten con las de Torres Méndez y todos los demás pintores del género, el estilo y el sentido iconográfico de las colecciones de tipos y costumbres que se publicaron en Europa en el siglo XIX12
En cuanto al papel que jugaron en su tiempo colecciones como las láminas de “Costumbres neogranadinas” de Torres Méndez y el “Museo Pintoresco e Instructivo de la Nueva Granada” de la Comisión Corográfica, existe una diferencia quizás más que de grado con las “representaciones pintorescas de los trajes y costumbres” que se publicaron en Europa. Tanto estas como aquellas compartieron el fin esencialmente pedagógico de dar a conocer, en otras partes, los trajes y las costumbres del país que retrataban, y también producir efectos emocionales sobre quienes las vieran. Pero para los colombianos estos fines pedagógicos y emotivos tenían un carácter de mayor vitalidad y urgencia. En un país virtualmente incomunicado tanto con el exterior como con el interior, se trataba de dar a conocer, no solo a los extranjeros sino a los propios nacionales, los “rasgos objetivos de la historia de estos países”, como se refirió el periódico El Conservador a las láminas de Torres Méndez13. Las obras pictóricas de la Comisión Corográfica, por su parte, debían no solo “dar a conocer el país en el exterior en todas sus fases”, sino además “promover la inmigración de extranjeros industriosos”, como rezaba el contrato celebrado entre el gobierno y Manuel Ancízar como secretario de la Comisión Corográfica. Se trataba, en suma, de crear la imagen de la nación no solo para los extranjeros sino también para los nacionales; una imagen que resaltara tanto lo ordinario y cotidiano como lo extraordinario de la naturaleza, el paisaje y los seres humanos que lo habitaban.

Costumbres neogranadinas

La Litografía de Martínez hermanos, ha emprendido la publicación de una serie de láminas iluminadas que representan los trajes, modo de viajar, escenas populares y paisajes tomados de la naturaleza, referentes a varias provincias de la Nueva Granada.
Son obra del crayón i pincel del artista nacional RAMÓN TORRES MÉNDEZ, ejecutadas con fidelidad i maestría, i reproducidas en la piedra con el mayor esmero, pues la Litografía de Martínez hermanos quiere ofrecer también una muestra cuidadosa de su habilidad en el arte.
Al mes saldrá una lámina en papel marquilla, con un fondo de color, i orlada con un filete dorado. Se admiten suscriciones en la misma litografía a 12 reales el trimestre, para los suscritores que pagando por trimestres adelantados, se suscriban a toda la serie.
No se ha querido principiar esta publicación hasta no tener dispuestas algunas láminas, por las cuales pueda juzgar el público. Así es que los suscritores podrán llevar el primer trimestre y quedar suscritos para los meses de octubre, noviembre y diciembre. Aviso de prensa, El Pasatiempo, Bogotá, 19 de octubre de 1851.
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Pies de página

Ver Christopher Brown. Scenes of everyday life: Dutch genre paintings from the Mauritshuis, Oxford: Ashmolean Museum, 2006; Svetlana Alpers. The art of describing, Chicago: John Murray, The University of Chicago Press, 1983. Volver arriba
Gabriel Giraldo Jaramillo. La miniatura, la pintura y el grabado en Colombia, Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1980, pp. 42 y 168-169. Volver arriba
Ver Bernard Smith. European vision and the South Pacific, New Haven y Londres: Yale University Press, 1985. Sir Joseph Banks fue botánico y explorador y acompañó a Cook en su primer viaje.Volver arriba
William Gilpin. Three essays: on picturesque beauty; on picturesque travel; and on sketching landscape, Londres: R. Blamire, 1792. Volver arriba
William Alexander. Picturesque representation of the dress and manners of the Russians, London: printed for James Goodwin, 178?; ...of the Turks, London: printed for J.Goodwin by W. Lewis, 1802; ...of the Chinese, London: T. M’Lean, 1805, ...of the Austrians, London: printed for James Goodwin, by W. Lewis, 1813; ...of the English, London: T.M’Lean, 1813.  George Walker. The costume of Yorkshire. Illustrated by a series of forty engravings, being facsimiles of original drawings. With descriptions in English and French. London: printed by T. Bensley, Bolt Court, Fleet Street, for Longman, Hurst, Rees, Orme and Brown, Paternoster Row; Ackermann, Strand; and Robinson, son, and Holdsworth, Leeds, 1814.Volver arriba
Alexander von Humboldt. Cosmos, A sketch of a physical description of the universe. Translated from the German by E.C. Otté. London: vol. II, 1849, p. 452 .Volver arriba
Herman Albert Schumacher. Biografía del general Agustín Codazzi, San Fernando de Apure: Tipografía Augusta, 1916, p. 134. Volver arriba
Albert Berg. Physiognomy of tropical vegetation in South America; a series of views illustrating the primeval forests on the river Magdalena, and in the Andes of New Granada, with a fragment of a letter from Baron Humboldt to the author, and a preface by Frederick Klotzsh. By Albert Berg. London: Paul and Colnaghi and Co., 1854Volver arriba
10 La colección se publicó en el libro de Malcolm Deas, Efraín Sánchez y Aída Martínez. Tipos y costumbres de la Nueva Granada, Bogotá: Fondo Cultural Cafetero, 1989  Volver arriba
11 Sobre Ramón Torres Méndez y su obra ver Efraín Sánchez Cabra. Ramón Torres Méndez, pintor de la Nueva Granada, (1809-1885), Bogotá: Fondo Cultural Cafetero, 1987.Volver arriba
12 Sobre las láminas de la Comisión Corográfica ver Efraín Sánchez, Gobierno y geografía: Agustín Codazzi y la Comisión Corográfica de la Nueva Granada, Bogotá: Banco de la República, El Áncora Editores, 1999, especialmente pp. 563-591.Volver arriba
13 P.P.C. “Bolívar y el artista Torres”, en El Conservador, Bogotá: No. 101, 2 de mayo de 1882, p. 403.Volver arriba
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Tomado Dehttp://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-312/la-imagen-de-la-nacion-en-el-siglo-xix-pintores-lo-cotidiano-lo-extraordinario
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Link
https://prezi.com/xfat2bid_67c/pintores-colombianos-del-siglo-xix-y-xx/
.Literatura Siglo XIX
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.https://es.slideshare.net/WillmanClavijoCampos/literatura-del-siglo-xix-en-colombia
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https://www.youtube.com/watch?v=PDlT8cfCbtg
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Educacion siglo XIX
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Educación y Poder en Colombia durante el siglo XIX - Revistas ...

https://www.journalusco.edu.co/index.php/paideia/article/viewFile/1135/2212

por ME Arévalo - ‎2016 - ‎Artículos relacionados
Educación y Poder en Colombia durante el siglo XIX. Melquin Enrique Arévalo. Estudiante del programa de lengua castellana. Universidad Surcolombiana.
https://es.calameo.com/books/000970759a3d3c6e9153a
https://es.calameo.com/read/000970759a3d3c6e9153a

martes, 14 de agosto de 2018

Desarrollo científico y cultural en el siglo XIX


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                          Otros  Link
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https://prezi.com/ivfull5w57hv/desarrollo-cientifico-en-el-siglo-xix/
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Julio Verne
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https://prezi.com/p8mw3pflls4m/la-cultura-en-colombia-en-el-siglo-xix/
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https://www.sogeocol.edu.co/documentos/054_la_cien_col_a_fin.pdf
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http://www.jorgeorlandomelo.com/hisciencia.htm
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martes, 7 de agosto de 2018

Tratados Para Establecer los limites del territorio colombiano

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Colombia: Fronteras y Tratados

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Introducción

El siguiente material está contenido en un blog que, según información del mismo  “lo manejan los estudiantes Carolina Aristizabal, Sofía Perdomo, Santiago Zuluaga, Luisa Gonzales y Juan José Villa, estudiantes de grado 9 a del Colegio Calasanz Pereira que realizan un proyecto en el departamento de Geografía, de crear un blog acerca de geografía humana, política, física y más de Colombia”.
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Fronteras con Venezuela

En los tratados que firmaron Colombia y Venezuela, el de más impacto entre ellos fue el Laudo Arbitral dirigido por María Cristina, reina de España, realizado el 16 de Marzo de 1891, allí se definió la frontera con una longitud de 2.219 km extendiéndose desde Castilletes en la Guajira hasta la isla de San José en el río Negro.
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Fronteras con Brasil

Los tratados de Colombia con Brasil, Tratado Vásquez Cabo-Martins del 24 de Abril de 1907 y el tratado de García Ortiz-Mangabeira del 15 de Noviembre de 1928, definieron la extensión de la frontera dejándola con una longitud de 1.645 km, desde la isla de San José hasta la Quebrada de San Antonio.
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Fronteras con Perú

Con el Perú, se concertó por medio del Tratado Lozano-Salomón del 24 de Marzo de 1922, con una longitud de 1.626 km, desde la quebrada San Antonio hasta la desembocadura del río Güepí en el río Putumayo.
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Fronteras con Ecuador

Con Ecuador, el límite quedó definido por medio del Tratado Suárez-Vernaza del 15 de Julio de 1916; tiene una longitud de 586 km desde el río Güepí hasta la desembocadura del río Mataje en la bahía Ancón de Sardinas en el Océano Pacífico.
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Fronteras con panamá

Con Panamá, se definió por el TratadoVélez-Victoria, aprobado por la Ley 53 de Agosto de 1924. Cuenta con una longitud de 266 km, desde el punto equidistante entre las puntas Cocalito y Ardita, en el Océano Pacífico, hasta el Cabo Tiburón en el Mar Caribe.
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Territorio insular

Además, a Colombia le pertenecen varias islas, cayos y bancos, en los dos océanos; ejerciendo soberanía en sus aguas territoriales, plataforma continental y en el espacio aéreo de su territorio.
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Mar territorial y plataforma continental

El mar territorial que rodea Colombia establece una amplia plataforma continental. Dicho mar contiene las aguas de las costas continentales e insulares de una distancia de 12 millas, que equivale a una extensión de 370 kilómetros sobre la superficie marítima.
Colombia firmó diversos tratados con Ecuador (1975), Panamá (1976), Costa Rica (1977), Nicaragua (1928), Honduras (1986), Estados Unidos (1972), Jamaica (1993), Haití (1978) y República Dominicana (1978), con los cuales se aclaró el límite de las aguas, el aire y el subsuelo que tenía cada uno de estos con respecto a Colombia.
Respecto a la frontera marítima con Nicaragua, Ver Apartado sobre el tema .
Colombia tiene definida sus fronteras, tanto terrestres como marítimas, pero actualmente todavía existe un desacuerdo con Venezuela en el Golfo de ese nomber en relación con la plataforma continental.
Con los tratados que Colombia ha debatido con sus países vecinos, ha ganado en extensión territorial 2.129.748 km teniendo en cuenta el archipiélago de San Andrés y Providencia dentro de esto.
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Tomado de;http://www.profesorenlinea.cl/Paisesmundo/Colombia/Colombia_Fronteras_Tratados.html
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Fronteras de Colombia - Límites Y Tratados


Límites Y Tratados

Colombia cuenta con 6.342 km de fronteras terrestres. La fijación de los límites de nuestra patria con los países vecinos fue uno de los problemas principales que tuvieron que atender nuestros gobiernos durante un siglo, a partir de la Independencia. Colombia mediante gestiones diplomáticas y tratados tiene actualmente definidas en su totalidad las fronteras terrestres.
Son cinco (5), los países hermanos que limitan por tierra con nuestra patria. Venezuela y Brasil por el oriente, Ecuador y Perú por el sur, y Panamá por el noreste. El gobierno colombiano también reconoce oficialmente como países limítrofes a aquellos con los que tiene tratados de delimitación marítima y submarina, tales como NicaraguaCosta RicaRepública DominicanaHaitíHonduras y Jamaica por el mar caribe, así como, EcuadorPanamá y Costa Rica por el océano pacífico.

Fronteras Terrestres de Colombia

Con Venezuela, la frontera quedó definida por medio del Laudo Arbitral proferido por María Cristina, reina regente de España, el 16 de Marzo de 1891 y por el Tratado López de Mesa-Gil Borges el 5 de Abril de 1941. El límite tiene una longitud de 2.219 km. y va desde Castilletes en La Guajira, hasta la isla de San José frente a la Piedra del Cocuy, en el río Negro.
Con el Brasil, se estipuló por medio de los Tratados Vásquez Cobo-Martins del 24 de Abril de 1907 y García Ortiz-Mangabeira del 15 de Noviembre de 1928. La frontera tiene una longitud de 1.645 km, desde la isla de San José hasta la desembocadura de la quebrada San Antonio, en el río Amazonas.
Con el Perú, se concertó por medio del Tratado Lozano-Salomón del 24 de Marzo de 1922, con una longitud de 1.626 km, desde la quebrada San Antonio hasta la desembocadura del río Güepí en el río Putumayo.
Con Ecuador, el límite quedó definido por medio del Tratado Suárez-Vernaza del 15 de Julio de 1916; tiene una longitud de 586 km desde el río Güepí hasta la desembocadura del río Mataje en la bahía Ancón de Sardinas en el Océano Pacífico.
Con Panamá, se definió por el Tratado Vélez-Victoria, aprobado por la Ley 53 de Agosto de 1924. Cuenta con una longitud de 266 km, desde el punto equidistante entre las puntas Cocalito y Ardita, en el Océano Pacífico, hasta el Cabo Tiburón en el Mar Caribe.
Además a nuestro país le pertenecen varias islas, cayos y bancos, en los dos océanos; ejerciendo soberanía en sus aguas territoriales, plataforma continental y el espacio aéreode su territorio.
PaísLongitudTratadoFecha
Venezuela2.219 KmLaudo españolMarzo 16 de 1891
Arbitramento SuizoMarzo 14 de 1922
López de Mesa-Gil BorgesAbril 5 de 1941
Brasil1.645 Km.Vásquez Cobo-MartinsAbril 24 de 1907
García Ortiz-MangabeiraNoviembre 15 de 1928
Perú1.626 Km.Lozano-SalomónMarzo 24 de 1922
Protocolo de RioMayo 24 de 1934
Ecuador586 KmSuárez-Muñoz VernazaJulio 15 de 1916
Panamá266 Km.Vélez-VictoriaAgosto 20 de 1924
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Mar Territorial Y Plataforma Continental


La soberanía colombiana va más allá de los litorales, se extiende al mar territorial y a la plataforma continental. El Mar Territorial o aguas jurisdiccionales comprenden las aguas que bañan las costas continentales e insulares hasta una distancia reconocida por el derecho internacional de tres y doce millas. Colombia adoptó la tesis del mar patrimonial de 188 millas náuticas, las que sumadas a las 12 millas de mar territorial, dan una distancia de 370 kms sobre la superficie marina.
Esta soberanía quedó consagrada en los tratados celebrados con Ecuador (1975), Panamá (1976), Costa Rica (1977), Nicaragua (1928), Honduras (1986), Estados Unidos (1972), Jamaica (1993), Haití (1978) y República Dominicana (1978), y se ejerce no sólo sobre las aguas superficiales sino también sobre el aire y el subsuelo que ellas cubren hasta los 200 metros de profundidad.
Aunque en su mayoría, Colombia tiene definida sus fronteras, tanto terrestres como marítimas, actualmente existe un diferendo con Venezuela en relación con la plataforma continental en el Golfo de Venezuela.
Con los tratados internacionales, Colombia ha ganado más de 988.000 km2 en extensión, o sea Colombia cuenta ahora con 2’129.748 km2 de extensión territorial, teniendo en cuenta que al archipiélago de San Andrés y Providencia se aplica el mismo postulado.
PaísTratadoFecha
Costa RicaFernández-FacioMarzo 17 de 1977
Lloreda-GutierrezAbril 6 de 1984
EcuadorLiévano-LucioAgosto 23 de 1975
Estados Unidos *Vásquez-SaccioSeptiembre 8 de 1972
HaitíLiévano-BrutusFebrero 17 de 1978
HondurasRamírez-LópezAgosto 2 de 1986
JamaicaSanín-RobertsonNoviembre 12 de 1993
NicaraguaEsguerra-BárcenasMarzo 24 de 1928
PanamáLiévano-BoydNoviembre 20 de 1976
Rep. DominicanaLiévano-JiménezEnero 13 de 1978
VenezuelaDiferendoDiferendo
Colombia no limita con Estados Unidos, este es un acuerdo de explotación conjunta de pesca más no de límites.
Fuente:
Angélica García - Colombia País Maravilloso
Manual Así es Colombia
>Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. "Fronteras de Colombia: marítimas y terrestres" Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. Búsqueda realizada el 24 de Abril de 2006
Publicado 
Otros link
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https://es.slideshare.net/MARELVY/tratados-limitrofes-de-colombia
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